miércoles, 11 de julio de 2012

"Una trágica mañana"



Nadie lo esperaba, aquel día era uno como cualquiera, un día más de aquel septiembre cálido en que la brisa del viento y los rayos de sol que comenzaban a tomar fuerzas se unían para brindar un tibio clima a la jornada. El día transcurría de manera normal, los adultos corrían al trabajo, los niños a la escuela y los ancianos salían a la plaza o al jardín de su casa a disfrutar de un día primaveral.
Yo me encontraba en el patio de casa podando los rosales de mamá, cuando de un momento a otro un fuerte, intenso y estruendoso ruido llamó mi atención. Nadie lo hubiese imaginado. El pánico se apoderó de mi cuerpo, la predicción del fin del mundo parecía hacerse realidad para algunos y yo sin saber qué hacer, no podía reaccionar ante lo que estaba sucediendo.
Corrí hacia la calle y me detuve viendo como la tranquilidad de aquella tarde de septiembre se había convertido en un verdadero caos; la gente, desesperada, corría pidiendo ayuda a gritos, los niños lloraban asustados otros quedamos inmóviles, paralizados, observando cómo se desplomaba la torre de la guardería municipal.
Aquel edificio que nos cobijó en nuestros primeros años de escuela estaba sufriendo su final, nadie sabe el motivo por el que las paredes comenzaron a rajarse, con el paso del tiempo fue cada vez más, y nadie hizo nada para detenerlo, y finalmente llego el día que las grietas no soportaron la construcción y ésta se vino abajo. Lo estaba viendo, y no lo podía creer, mis ojos inquietos miraban de lado a lado tratando de evitar la realidad pero era en vano, la guardería del pueblo se estaba cayendo y había niños en riesgo.
Aquella mañana se estaba convirtiendo en trágica, todos nos movilizamos para ayudar y socorrer a los niños que quedaban dentro del lugar y otros que estaban siendo atrapados por los escombros. Bomberos, policías y toda la gente del pueblo actuó para rescatar a esas criaturas que no lograban entender lo que estaba sucediendo.
Las paredes seguían cayendo, varios pisos se desplomaron por completo y otros quedaban al descubierto después de perder alguna de sus paredes laterales. Se estima que en ese momento cincuenta niños, entre tres y cuatro años, poblaban aquel edificio que de un momento a otro se hizo polvo y se convirtió en una montaña de escombros. Nadie lo puede explicar pero sucedió. De un momento a otro aquel día se volvió gris.

Estilo del texto: Triunfó el valor de mostrar el propio pánico – Carlos Monsivais

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