miércoles, 11 de julio de 2012

EL PODER... ES PODER


Los afectados fuimos todos, o quizás el conflicto nos involucraba a todos. Una suba de impuestos hizo estallar un sector de la sociedad, el país entero se vio movilizado, las medidas afectaron el movimiento de cada uno de los argentinos, y algunos nos preguntábamos ¿quién era el culpable?
Uno de los fundamentos que justificaba el aumento de las retenciones, era obtener una mayor recaudación, frenar la inflación y continuar con la misma línea para la que el gobierno venía trabajando, lograr una sociedad más equitativa.
Pero fueron muchas las voces y los golpes que vivió la sociedad también. Pequeños, medianos y grandes productores tenían su cuota de razón para defender lo suyo, su campo, sus tierras, su razón de ser. El trabajo de sus antecesores, de ellos y de las generaciones venideras, no permitieron la medida.
¿Y el resto? ¿Quiénes somos el resto? Ante estas preguntas algunas respuestas eran: “el país vive del campo”, “el campo somos todos”, “hay que redistribuir las riquezas”, “una sociedad más justa”, entre otras. Todos nos vimos afectados por la medida, pero no a todos se nos escucha cuando reclamamos.
El campo es un sector de poder, hace crecer al país, es la base de nuestra economía, pero al campo no sólo lo trabaja su dueño. Existen los empleados, ellos cargan con mucho más que 8 horas diarias de jornada laboral, y el día domingo, no siempre es día de descanso. Es su trabajo, y por él cobran un sueldo.
¿Sueldo?, Sí sueldo en fin. Pero ni el gobierno ni los dueños de las tierras se acuerdan de fijarse si es suficiente como para que pueda vivir una familia “tipo” cubriendo todas sus necesidades, el INDEC seguro dice que sí.  Pero la realidad dice que no, y a eso no hace falta explicarlo.
Y si en el medio del conflicto preguntábamos ¿alguien se acuerda de lo que gana el empleado rural? La respuesta era: “lo que gane, también vive del campo,” pero nadie preguntaba si lo que ganaba por su trabajo le alcanzaba para vivir.









Estilo texto de origen: El terremoto de Charleston – José Martí

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