En la cara algunos surcos nuevos,
huellas de sonrisas que han dejado su marca,
también alguna que otra lágrima
de esos golpes duros,
inevitables del paso por la vida.
La esperanza y la desesperanza,
la vida y el dolor de los que se van,
la familia y los amigos,
el amor de los hijos
y la admiración de los nietos.
En las manos se hace notar el trabajo.
El trabajo duro de tantos años,
el frio de los inviernos en el campo,
el esfuerzo de toda una vida.
80 años no son pocos.
El cuerpo los lleva a cuestas y se notan,
pero no se notan tanto…
Detrás de las arrugas incipientes,
hay un alma entera,
un corazón noble,
un hombre honesto, sencillo, sensible,
hay un padre que luchó por sus hijos,
un abuelo que se sensibilizó por sus nietos,
una gran persona que apuesta a la vida,
80 años recorridos…
80 febreros que han quedado atrás.
Tragos dulces, amargos,
alegrías y penas…
80 años de pie para seguir viviendo,
para seguir transitando…
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